BIBLIOTECAS, SOCIEDAD Y ESTADO


  • Relação entre as bibliotecas, as ações dos profissionais que nelas atuam e o estado.

EL PARADIGMA PÚBLICO DE LA BIBLIOTECA PÚBLICA - XXXII

Continuemos analizando la Biblioteca Palafoxiana a luz de las coordenadas de «lo político» y «lo social» durante el siglo XIX, para así discernir las relaciones biblioteca-gobierno-Estado y biblioteca-comunidad-sociedad. Con esto se pretende captar los criterios que se consideraron para conceptuar el término de biblioteca pública en esos tiempos, expresión que trascendió en el plano de esa biblioteca clerical poblana. Visión histórica que con argumentos se insiste en poner en tela de juicio. Para tal efecto, se contrasta este caso con el de la Biblioteca de la Catedral de México, centro bibliotecario novohispano del cual también se niega que haya sido un espacio propicio para el ejercicio ciudadano mediante la lectura pública.

 

Manuel Cruzado, un letrado abogado del porfirismo, dedicado a la compilación de obras jurídicas y socio de número del Instituto Bibliográfico Mexicano (1899-1909), escribió el Discurso sobre el origen de las bibliotecas públicas en la república mexicana. Este documento incluye dos partes, la primera es una somera “narración histórica” que leyó el 26 de diciembre de 1889 para ingresar a la Sociedad de Geografía y Estadística de México, fundada el 18 de abril de 1833; la segunda contiene varios datos que los gobernadores de las entidades federativas y los directores de las bibliotecas le enviaron como respuesta a su solicitud expresa para escribir sus “notas estadísticas acerca de las Bibliotecas públicas del país” (Cruzado, 1890, p. 17). Mediante esta obra, pionera en su género, es posible distinguir los criterios del autor que consideró apropiados para aquilatar en aquel tiempo a esas bibliotecas como públicas. Se advierten criterios referentes a lo político, esto es, a «lo público», lo concerniente al nexo biblioteca-gobierno-Estado; y a lo social, es decir, lo alusivo a «el público», lo referido al vínculo biblioteca-comunidad-sociedad.

 

En torno al carácter de “lo público” se percibe el papel del “Supremo Gobierno de la República” o del “Supremo Gobierno de la Federación” y de los gobiernos de las entidades federativas para la legislación, la fundación, el desarrollo y la consolidación de algunas de esas instituciones bibliotecarias. De manera que en la obra de Cruzado leemos términos como «biblioteca pública del Estado», «biblioteca del municipio», «biblioteca del pueblo», «biblioteca popular». En relación con “el público”, este autor incluyó también bibliotecas escolares, académicas y especializadas, tales como para el caso de la ciudad de México: la “Biblioteca pública” de la Escuela Nacional Preparatoria, la “Biblioteca pública” de la Escuela Nacional de Agricultura, la de la Escuela de Medicina, la Biblioteca del Archivo Judicial, siendo la biblioteca pública de “mayor importancia” la “Nacional”.

 

El criterio general de Cruzado en relación con la noción de biblioteca pública está basado en ideas como: «biblioteca al servicio del público», «biblioteca abierta para el público», «biblioteca al alcance de todos», «biblioteca más accesible al público». Estas apreciaciones nos permiten afirmar que Cruzado tuvo una noción de biblioteca pública ajustada a la ausencia aún de una teoría sobre esta naturaleza de institución; tuvo así a bien incluir varios tipos de bibliotecas bajo esta categoría, por lo que aceptó una perspectiva variopinta en tiempos de don Porfirio Díaz (1830-1915), militar y dictador que ejerció el cargo de presidente de México durante más de tres décadas (1876-1911).  No obstante, Manuel Cruzado se aproximó al significado moderno de servicio de biblioteca pública que fue avalando la literatura especializada publicada a fines del siglo XIX y a lo largo del siglo XX. Esta noción confusa o demasiado amplia de biblioteca pública repercutiría también en los cuadrantes de la Biblioteca Palafoxiana, pues el también autor de la Bibliografía jurídica mexicana (México: Tipografía de la Oficina Impresora de Estampillas, 1905) escribió:

 

En la ciudad de Puebla existe otra Biblioteca Pública, titulada Palafoxiana, perteneciente hoy al Estado. […] Esta Biblioteca perteneció al Colegio Seminario Conciliar Palafoxiano, y hoy del Estado, la cual, por disposición del Gobierno del mismo, se encuentra adscrita a la Escuela de Medicina de aquella misma ciudad (Cruzado, 1890, p. 47).

 

Un panorama semejante es como el que infiere Vázquez (1987, p. 82) al afirmar que en la ciudad de México “Las bibliotecas públicas hasta 1861 eran la de la Universidad, la de la Catedral y la del Consejo de San Gregorio”. No todos estamos de acuerdo con esta afirmación, como tampoco hemos aceptado la opinión de que la Biblioteca Palafoxiana fue, desde tiempos de la colonia, una biblioteca pública. En el caso de la Biblioteca de la Catedral de México, la visión histórica también ha puesto en tela de juicio si fue en realidad, durante el siglo XIX, un espacio público moderno de encuentro para el uso de la razón entre seminaristas, eclesiásticos y laicos. Categóricamente no lo fue porque como sucedió en el contexto colonial de la Palafoxiana:

 

Existen dos elementos que hicieron que este espacio no fuera moderno: porque en él no se discutía, pero además no se permitía leer todo: los libros prohibidos salían fuera de toda posibilidad de lectura si el lector no contaba con un permiso eclesiástico del ordinario (Bravo, 2008, p. 143).

 

Así, que tanto la Biblioteca Palafoxiana como la de la Catedral de México fueron, por varias razones, solamente bibliotecas públicas de dicho porque no de hecho. Declarar en sus respectivos reglamentos la norma bibliotecaria concerniente a que estaban abiertas al público en determinado horario no testifica que hayan funcionado debidamente en lo referente a «el público». Por el contrario, los impedimentos orquestados y obligados por el clero, la corona, el aparato represor de la Inquisición y los diferentes grupos armados e ideológicos que se enfrentaron a lo largo del siglo XIX por el poder del Estado nos permiten aseverar que la idea de «biblioteca pública», para tales casos, no fue más allá de lo que hemos valorado como una «biblioteca primitiva» en relación con el público, es decir, biblioteca semipública en lo referente a la comunidad de usuarios que atendieron esas bibliotecas clericales.   

 

Referencias

 

Cruzado, Manuel. (1890). Discurso sobre el origen de las bibliotecas públicas existentes en la República Mexicana. México, Oficina Tip. de la Secretaría de Fomento.

 

Bravo Rubio, Berenice. (2008). Los libros y los lectores en la biblioteca pública de la Catedral de México (1804-1867). Biblioteca Universitaria. 2 (2): 136-157

 

Vázquez Mantecón, Carmen. (1987). Las bibliotecas en México: 1850-1880. En Carmen Vázquez Mantecón, Alfonso Flamenco Ramírez y Carlos Herrero Bervera. Las bibliotecas mexicanas del siglo XIX. México: SEP, Dirección General de Bibliotecas. pp. 69-190


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FELIPE MENESES TELLO

Cursó la Licenciatura en Bibliotecología y la Maestría en Bibliotecología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Doctor en Bibliotecología y Estudios de la Información por la (UNAM). Actualmente es profesor definitivo de asignatura en el Colegio de Bibliotecología de la Facultad de Filosofía y Letras de UNAM. En la licenciatura imparte las cátedras «Fundamentos de Servicios de Información« y «Servicios Bibliotecarios y de Información» con una perspectiva social y política. Asimismo, imparte en el programa de la Maestría en Bibliotecología y Estudios de la Información de esa facultad el seminario «Servicios Bibliotecarios para Comunidades Multiculturales». Es coordinador de la Biblioteca del Instituto de Matemáticas de esa universidad y fundador del Círculo de Estudios sobre Bibliotecología Política y Social (2000-2008) y fue responsable del Correo BiblioPolítico que publicó en varias listas de discusión entre 2000-2010. Creó y administra la página «Ateneo de Bibliotecología Social y Política» en Facebook.