BIBLIOTECAS, SOCIEDAD Y ESTADO


  • Relação entre as bibliotecas, as ações dos profissionais que nelas atuam e o estado.

EL PARADIGMA PÚBLICO DE LA BIBLIOTECA PÚBLICA - IX

El paradigma de la biblioteca pública entre «el público» y «lo público» requiere un mayor nivel de abstracción. Con la primera expresión (el público) nos referimos al conocimiento y valoración de la comunidad de usuarios reales y potenciales en materia de servicios de biblioteca pública; con la segunda noción (lo público) nos encontramos con dos dicotomías que están en continúo debate en los diversos frentes de las ciencias sociales y las humanidades: 1] la distinción entre lo público y lo privado y 2] la diferencia entre lo público y lo estatal. En todo caso, pensar en la biblioteca pública como espacio público es una manera distinta de pensar la política. 

 

La primera separación, público-privado, se fundamenta con la idea de que lo público concierne a la satisfacción de las necesidades humanas que forman parte principalmente del interés general de la sociedad; en tanto lo privado procura atender intereses individuales, reservados o privativos. En este sentido, la biblioteca pública atañe al pueblo, a la comunidad ciudadana, al Estado, es decir, al sistema político denominado «República» (del latín RES PVBLICA, «la cosa pública, lo público»). La segunda dualidad, público-estatal, permite apreciar la diferencia entre lo que se refiere a la estructura material del Estado conformada por sus instituciones públicas y lo referente a las actividades que los usuarios de la biblioteca pública, reales y potenciales, en su condición de ciudadanos y miembros de la población, realizan en aras esencialmente de lo público, pero en el marco de una existencia de carácter civil u organización no gubernamental. El objetivo superior en esta contextura apunta a optimizar el bienestar social a través del servicio que entraña lectura pública, colectiva e individual; que refiere uso público de una gran variedad de documentos a través de la consulta, la lectura y el estudio de libros, revistas y periódicos, entre otros formatos impresos y electrónicos. En efecto, la variedad de percepciones respecto a lo público (Rabotnikof, 1995) es un problema de difícil solución pues:

 

En algunos países, "público" significa simplemente "no privado", mientras que en otros ha llegado a significar algo más como el uso moderno norteamericano e inglés: abierto a todos en igualdad de condiciones con el apoyo de fondos de impuestos públicos y administrado como un bien público. (Harris, 1999, p. 148).

 

La idea de que la biblioteca pública «está abierta a todos», implica que esta institución se crea y desarrolla, en efecto, «para todos» los grupos sociales. Con esta postura axiomática se rompe con el esquema tradicional que reinó durante siglos: los libros y las bibliotecas tienen que preservarse, por ende, son para el uso de algunos elegidos. Este privilegio sería paulatinamente abolido con especial énfasis a partir del triunfo de las revoluciones sociales llevadas a cabo alrededor del mundo entre los siglos XVIII y XX. Con razón el bibliotecario Ranganathan aseveraría en su célebre obra The five laws library science: “Si el grito revolucionario de la primera ley es «los libros son para el uso», el grito revolucionario de la segunda ley es «los libros son para todos»” (1989. p. 80). En esta contextura, estas dos leyes bibliotecológicas Ranganathan las formula con base tanto en la expresión histórica de aquellos procesos revolucionarios como en el papel evolutivo y modélico de la democracia en relación con el acceso público al libro y a la biblioteca. En este sentido, es relativamente válido el antecedente que Milan asevera:

 

El acceso para todos es un valor tradicionalmente central de las bibliotecas públicas estadounidenses. En el pasado, esto significó el acceso libre, equitativo y privado a las fuentes de información dentro de la biblioteca, financiada principalmente con los ingresos de los contribuyentes. (2001, p. 214).

 

En razón de que la biblioteca pública concuerda con los tres sentidos básicos vinculados con lo público, mismos que se remontan a la antigua vida ciudadana de Grecia y Roma: 1] lo que es de interés o de utilidad común a todos, lo que atañe al colectivo, lo que concierne a la comunidad, en contraposición con lo privado, entendido como aquello que se refiere solamente a la utilidad y al interés individual; 2] lo que es visible y se desarrolla a la luz del día, lo manifiesto y lo ostensible en contraposición a aquello que es secreto, preservado, oculto, que no puede verse, aquello de lo que no se puede hablar, que se sustrae a la comunicación y examen; y 3] lo que es de uso o accesible para todos en contraposición con lo cerrado que, al no ser objeto de apropiación particular, se halla abierto, distribuido. (Rabotnikof, 2008, p. 38-39; 1997, p. 17-20; 1993, p. 76). Así, este tipo de biblioteca, como servicio público dirigido a toda la población, debe ser de fácil acceso, esto es, el emplazamiento de su edificio tiene que estar en el área de servicios más frecuentados por el público, en un lugar céntrico donde convive la comunidad. Tal como desde hace años se ha valorado incluso para el caso de aquellas pequeñas bibliotecas públicas (Galván y Buren, 1959, p. 50; Heintze, 1963, p. 46). Idea que ha adquirido renovado interés al estimar al edificio de la biblioteca pública como espacio público vital para el uso social de la comunidad (Goulding, 2005, p. 49).

 

No olvidemos que el origen de la biblioteca pública floreció por causa, por interés y por deferencia tanto de la democracia como de la república en el marco político y social de aquellas civilizaciones grecolatinas. La biblioteca pública nació así, en la antigüedad, tanto de la visión democrática griega como de la tradición republicana romana, es decir, del modelo correspondiente a la «democracia republicana», concepto que ha sido reformulado a la luz de la filosofía política (Velasco, 1995, p. 121). Así, el nacimiento de la biblioteca pública se desenvuelve y evoluciona hasta hoy en día bajo la idea republicana de la democracia.

 

Raíces que delinean el ideal democrático-republicano de estos centros bibliotecarios nuevamente a partir del siglo decimonónico. Aspiración que es forjada a lo largo del siglo recién pasado y del presente, principalmente en el contexto estadounidense (Ditzion, 1947; Hafner, 1993; Kranich, 2001; D`Angelo, 2006). Pero también en otras regiones de América Latina la apreciación de la democracia con la biblioteca pública no ha pasado inadvertida (Bentacur, 1997; Domínguez, 1999; Puente, 2013). Recordemos en este entorno el paradigma democrático de la biblioteca pública, sea como proyecto esperanzador de la comunidad bibliotecaria o como finalidad política de los grupos en lucha por el poder público. Ideal compatible además con el complejo modelo inter-pluri-multiculrural de la sociedad moderna, reconocido en la práctica bibliotecaria anglosajona a partir de la década de los setenta del siglo XX (Wertheimer, 1973; Zielinska, 1978); paradigma cultivado con mayor énfasis en los últimos años en aquellos países que afrontan el desafío de enormes olas migratorias y en donde conviven una gran variedad de minorías étnicas y grupos vulnerables (Larsen, Jacobs y Vlimmeren, 2004; Neri, 2008; García, 2009; Kumaran, 2012). Motivo por el  que también resulta pertinente recordar el interés social concerniente al paradigma multicultural de la biblioteca pública.

 

El sentido público de la biblioteca pública infiere entonces que ésta se crea, desarrolla y funciona para servir a la colectividad, a la generalidad; por ende, es un lugar notorio, evidente a la mirada de la población;  consecuentemente, es la institución que se adhiere al uso común puesto que se halla formalmente accesible a todos, porque está abierta de acuerdo con un horario de servicio para que los miembros de la comunidad puedan acudir a ella. Desde esta perspectiva, lo colectivo, lo manifiesto y lo abierto confluye en un eje paradigmático de lo público en torno a este tipo de biblioteca porque: 

 

Como prominentes instituciones cívicas al mando de un lugar firme y favorable en la vida de la nación, las bibliotecas públicas han funcionado como organismos importantes de la modernidad, creando junto a otras instituciones racionales una esfera pública de discurso abierto, democrático y de progreso social e individual. (Black, 2006. p 22-23).

 

El préstamo público de libros a domicilio en el cosmos de la biblioteca que ofrece una gama de servicios para toda la población, materializa la lectura en el espacio propio,  íntimo y privado como es la casa que habitamos. El trayecto de los libros entre el espacio público de la biblioteca y el espacio íntimo del hogar implica hacer uso público de los recursos, acervos y servicios del centro bibliotecario disponible para todos. El recorrido  contrario de los libros, esto es, del espacio personal o familiar al espacio público de la biblioteca entraña renovación o devolución de los mismos. Este mecanismo, de ida y vuelta, de tránsito del conocimiento contenido en las obras de las colecciones de la biblioteca pública es uno de los usos más notorios y satisfactorios entre la población y del personal bibliotecario moderno y progresista. En este sentido, como expresa Michèle Petit en relación con la oscilación de la lectura que se suscita del espacio íntimo al espacio público: “[…] las bibliotecas contribuyen a la emancipación de aquellos que trasponen sus puertas, no sólo porque dan acceso al saber, sino también porque permiten la apropiación de bienes culturales que apuntalan la construcción del sí mismo y la apertura hacia el otro” (2001, p. 109). Como sabemos, Petit es una antropóloga francesa que ha estado investigando en su país el papel de las bibliotecas públicas en la lucha contra los procesos sociales negativos que producen exclusión.

 

 

Referencias

 

Betancur Betancur, Adriana Maria. (1997). Biblioteca pública y democracia: Colombia crece leyendo. Bogotá, Colombia: Fundación para el Fomento de la Lectura.

 

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D`Angelo, Ed. (2006). Barbarians at the Gates of the Public Library: how postmodern consumer capitalism threatens democracy, civil education and the public good. Duluth, Minnesota: Library Juice Press.

 

Ditzion, Sidney. (1947). Arsenals of a Democratic Culture: A social History of the American public library movement in New England and the Middle States from 1850 to 1900. Chicago: American Library Association.

 

Domínguez Rodríguez, Arturo. (1999). Democracia y descentralización a través de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas. En Magaloni, Ana María (Coord.) La democratización del acceso a la lectura: la Red Nacional de Bibliotecas Públicas 1983-1998. México: Asociación Mexicana de Bibliotecarios.

 

Galvin, Hoyt R; Buren, Martin Van. (1959). El edificio de la pequeña biblioteca pública. Paris: UNESCO.

 

García López, Fátima. (2009). Los servicios bibliotecarios multiculturales en las bibliotecas pública españolas. España: Editorial Trea.

 

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Puente Hernández, Luis Eduardo. (2013). Biblioteca pública, democracia y buen vivir: aportes para definición de políticas en Ecuador. Quito, Ecuador: FLACSO. 

 

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FELIPE MENESES TELLO

Cursó la Licenciatura en Bibliotecología y la Maestría en Bibliotecología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Doctor en Bibliotecología y Estudios de la Información por la (UNAM). Actualmente es profesor definitivo de asignatura en el Colegio de Bibliotecología de la Facultad de Filosofía y Letras de UNAM. En la licenciatura imparte las cátedras «Fundamentos de Servicios de Información« y «Servicios Bibliotecarios y de Información» con una perspectiva social y política. Asimismo, imparte en el programa de la Maestría en Bibliotecología y Estudios de la Información de esa facultad el seminario «Servicios Bibliotecarios para Comunidades Multiculturales». Es coordinador de la Biblioteca del Instituto de Matemáticas de esa universidad y fundador del Círculo de Estudios sobre Bibliotecología Política y Social (2000-2008) y fue responsable del Correo BiblioPolítico que publicó en varias listas de discusión entre 2000-2010. Creó y administra la página «Ateneo de Bibliotecología Social y Política» en Facebook.