BIBLIOTECAS, SOCIEDAD Y ESTADO


  • Relação entre as bibliotecas, as ações dos profissionais que nelas atuam e o estado.

LA RESPONSABILIDAD BIBLIOGRÁFICA DEL PERSONAL BIBLIOTECARIO

Krummel al afirmar que el trabajo intelectual de compilar bibliografías es “una responsabilidad que se deriva de nuestra creencia en el valor que tiene proporcionar acceso a la información”, pues “compilar bibliografías presupone una activa oposición a la censura, entroncada con nuestra fe en la importancia de la diversidad humana” (1993: 22), se está en posibilidad de aseverar que el universo inherente al quehacer bibliográfico adquiere un gran potencial social y político. Pero la dimensión de la responsabilidad bibliográfica en realidad comprende, como se explica en los siguientes párrafos, mucho más que la tarea de compilar bibliografías para facilitar y promover la libertad de acceso a la información y oponerse así a los grupos sociales que ejercen la censura. 

El trabajo que lleva a cabo el personal bibliotecario sugiere asumir, de manera sistemática y permanente, una gran responsabilidad bibliográfica a lo largo de su vida profesional. Los planes de estudios que cursa en las escuelas de biblioteconomía, bibliotecología y ciencias de la información, reflejan el perfil de conocimiento bibliográfico que debe adquirir durante los años de su formación académica. Conocimiento que deberá continuar cultivando en los diferentes puestos que ocupe en la estructura orgánica y funcional del sistema bibliotecario al servicio de la sociedad y el Estado. Si es que el proceso de enseñanza-aprendizaje, con feraz perspectiva bibliográfica, se aplica en el proceso de trabajo bibliotecario, pues es difícil que el quehacer dinámico que entraña servicio de biblioteca no esté impregnado de tareas bibliográficas. Es decir, la teoría se conjuga con la práctica en el escenario de lo que infiere cumplir con la misión social de mantener en buen estado el funcionamiento orgánico de los sistemas y subsistemas de bibliotecas como componentes del bien público. 

Esta responsabilidad comprende y compromete todas las actividades tradicionales que se realizan para crear, desarrollar y consolidar las diversas instituciones bibliotecarias que conforman los sistemas de información bibliográfica registrada y organizada. En realidad no hay actividad relevante y pertinente que lleve a cabo el personal bibliotecario, profesional y auxiliar, que no tenga relación con el complejo universo de lo que implica practicar, con el apoyo de los métodos y las técnicas, el saber bibliográfico. De tal suerte que es indispensable que este personal domine las esferas de la referencia bibliográfica y del registro bibliográfico. La primera noción se refiere al conocimiento de la bibliografía desde una perspectiva metodológica y técnica para elaborar bibliografías (Escamilla, 1988), o para el desarrollo del discurso científico (Torre y Navarro, 2008); el segundo término en relación con el saber de la catalogación descriptiva (Escamilla, 1988) de libros y otros documentos. 

El control tanto de la referencia bibliográfica como del registro bibliográfico está presente en el desarrollo de las colecciones de documentos (selección y adquisición), en la organización bibliográfica (catalogación y clasificación) y en la gestión de servicios al público (préstamos, consulta, diseminación de información, etcétera) y, por supuesto, en la elaboración de fuentes secundarias de información como son las bibliografías de varios tipos. Con base en esta percepción se puede aseverar: las bibliotecas son espacios con instrumentos y recursos bibliográficos para servir a las todas las comunidades de lectores y usuarios. 

En cuanto al control de la colección general de libros en las bibliotecas, la aplicación de las normas de catalogación bibliográfica, que permiten la descripción sistemática de los elementos que distinguen cada obra, es una de las prácticas esenciales para lograr la organización de los acervos. El control del crecimiento exponencial de la información contenida en libros y otros documentos, sigue siendo un desafío para cumplir con la responsabilidad bibliográfica que apunta hacia el eficaz mantenimiento de bibliotecas organizadas y sin el riesgo de producir el preocupante rezago con respecto al proceso técnico catalográfico o de descripción bibliográfica. 

Ninguna persona que ejerza con eficiencia y calidad la profesión de la bibliotecología y/o biblioteconomía puede subestimar el perfil bibliográfico que le corresponde cumplir. Para tal efecto, el conocimiento en materia de normas bibliográficas es fundamental en la práctica bibliotecaria. Las normas indispensables para saber leer y redactar tanto referencias bibliográficas de listados, relaciones, boletines y repertorios como registros bibliográficos de catálogos, índices e inventarios. La identificación de un libro o parte del mismo infiere conocer los datos que configuran las diferentes modalidades de la referencia y el registro de la publicación en la contextura bibliotecaria. 

Los conceptos de referencia bibliográfica y registro bibliográfico permiten al personal bibliotecario apreciar, teórica y prácticamente, la relación que existe entre: bibliografía y catalografía; bibliografías y catálogos. Krummel (1993: 37) es quien, al tratar el estilo de las referencias bibliográficas que pueden aplicar los compiladores de bibliografías, nos aclara esta perspectiva al aseverar que “los códigos de catalogación de las bibliotecas” han sido un modelo que se ha estado adoptando en la elaboración de bibliografías. Así, entre los productores de referencias bibliográficas destacan tanto los catalogadores descriptivos como los bibliógrafos descriptivos. 

La concordancia entre quehacer bibliográfico y trabajo catalográfico se fusiona bajo la expresión bibliografía catalográfica (Meneses, 2018: 166). Praxis híbrida que ha pasado inadvertida para algunos teóricos de la bibliografía, por un lado, y para los teóricos de la catalogación descriptiva de libros, por el otro. Esta concepción se puede argumentar mejor si contrastamos el trabajo del catalogador con el del bibliógrafo:

 

El catalogador de libros, sobre todas las ramas del conocimiento, valora la sistematización bibliográfica para ofrecer a la comunidad bibliotecas bien organizadas; el bibliógrafo, entre otros recursos documentales, requiere de centros bibliotecarios ordenados para su labor de compilación de obras. Como sabemos, el producto del catalogador es el catálogo de biblioteca; el resultado del bibliógrafo es la bibliografía. Ambos profesionales recurren a métodos, técnicas y normas para el logro de sus productos de carácter bibliográfico, los cuales se convierten en herramientas esenciales de control bibliográfico y recuperación de información bibliográfica (Meneses, 2018: 166).

La responsabilidad bibliográfica engloba estas dos vertientes. De tal modo que el trabajo bibliotecario implica, sin duda alguna, una tenaz labor bibliográfica. Así, se puede estar de acuerdo cuando se asevera: “un catalogador está en posibilidad de ser también un bibliógrafo” (Perales, 1963: 54). En efecto, en la práctica observamos que existen tanto bibliotecarios catalogadores como bibliotecarios bibliógrafos. Es decir, en las escuelas de bibliotecología, biblioteconomía y ciencias de la información no solamente se forma personal bibliotecario para trabajar proyectos de catalogación bibliográfica, sino también se prepara personal con las características intelectuales de los bibliógrafos. Ambos perfiles profesionales con elevados estándares de calidad para enfrentar el desafío que entraña, en diferentes esferas y niveles, el complejo control bibliográfico y el sofisticado proceso de recuperación de información sobre determinados libros, entre otros tipos de documentos. 

Si la responsabilidad bibliográfica atañe a quienes se encargan de seleccionar y adquirir libros en las bibliotecas, entonces es indispensable conocer el mercado bibliográfico (editoriales y librerías), importante componente de todo sistema proveedor de obras. Este conocimiento exige el manejo de la bibliografía comercial, disponible en forma impresa y digital. El desarrollo de las colecciones en la esfera de las instituciones bibliotecarias induce conocer las editoriales de mayor prestigio, sin menoscabo de aquellas menos visibles pero que publican importantes obras. Esto sugiere incrementar los acervos de libros, revistas, periódicos y otros tipos de documentos, bajos criterios de calidad y cantidad, de pertinencia y relevancia. 

El personal bibliotecario que se empeñe en ser culto en materia de bibliografía no solamente deberá estar al día en torno a la compleja normatividad concerniente a los diferentes estilos de la referencia bibliográfica (Licea y Arenas, 2011) y de la evolución y sistematización descriptiva del registro bibliográfico (Escamilla, 1988). Es decir, además de la perspectiva metodológica (Beaudiquez, 1983; Escamilla, 1988a; Krummel, 1993; Montaner, 1999), deberá también estudiar y analizar la literatura teórica (Malclès, 1962; Simón, 1971; Robinson, 1992; Pensato, 1994; Torres, 1996; Gaskell, 1999; Reyes, 2010; Lara, 2018), sociológica (McKenzie, 2018) e histórica (Perales, 1961; Fernández, 1994; Balsamo, 1998; Rivas, 2000; Perales, 2002; Meneses 2013; Meneses, 2014; Alentejo, 2015; Meneses 2018; Sabba, 2018) sobre asuntos en torno a la bibliografía, esto es, todas las dimensiones cognitivas que construyen el perfil académico e intelectual de esta disciplina (Meneses, 2007). También debe empeñarse en elaborar y publicar bibliografías (Meneses, 2016) sobre temas relevantes que beneficien a la comunidad bibliotecaria. 

No cabe duda que el personal que labora en las bibliotecas nacionales de sus respectivos países son quienes deben asumir una relevante responsabilidad bibliográfica, toda vez que son estos centros bibliotecarios los que tienen como cometido principal el desarrollo de la bibliografía nacional. Es decir, son las instituciones bibliotecarias responsables, en un sentido amplio, de compilar, organizar, proteger y fomentar la cultura bibliográfica de la nación. No se trata solamente de adquirir por depósito legal y registrar bajo ciertas normas todas las publicaciones que se imprimen dentro de un determinado territorio nacional, sino también lo que se imprime y publica en otras latitudes sobre el país al que pertenece la biblioteca. Asimismo, son estas bibliotecas las que deben elaborar diversos géneros de bibliografías enumerativas, descriptivas, analíticas e históricas. 

Como se puede percibir, el quehacer bibliográfico del personal bibliotecario adquiere tal complejidad que merece ser valorado en su justa dimensión, esto es, como una de sus principales responsabilidades en el siglo que transcurre. La tradición de los servicios bibliotecarios y de información se tiene que continuar amalgamándose con la práctica habitual e innovadora de los servicios bibliográficos impresos y digitales. El concepto de bibliógrafo digital (Ribeiro, 2017: 124) podría ayudarnos a configurar innovadores paradigmas ante las nuevas realidades tecnológicas en las que se desarrolla hoy en día aquel personal bibliotecario privilegiado en el desarrollo, la organización y el uso de libros, revistas y periódicos digitales. 

Si la bibliografía tiene una enorme autoridad para poder mostrar la presencia humana en cualquier texto registrado, como advierte Mckenzie (2018: 46), entonces en el ejercicio de la biblioteconomía el personal bibliotecario puede valorarla como su principal aliada porque ella, la bibliografía, “une a los coleccionistas, editores, bibliotecarios, historiadores, productores y lectores de libros” (Mckenzie, 2018: 30). Asimismo, vincula a los impresores, libreros, bibliólogos, bibliófilos y, por supuesto, bibliógrafos. Es decir, en torno al escenario de la bibliografía figuran todos los actores que intervienen en el sistema institucional encargado de producir, distribuir, compilar, organizar, difundir y usar el patrimonio bibliográfico de la nación (libros antiguos, viejos y nuevos; libros manuscritos, impresos y digitales, entre otros tipos de documentos) para su lectura y consulta. Así, es responsabilidad bibliográfica de quienes laboran en las bibliotecas conocer y distinguir este sistema como base y columna del saber bibliográfico. 

Referencias 

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FELIPE MENESES TELLO

Cursó la Licenciatura en Bibliotecología y la Maestría en Bibliotecología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Doctor en Bibliotecología y Estudios de la Información por la (UNAM). Actualmente es profesor definitivo de asignatura en el Colegio de Bibliotecología de la Facultad de Filosofía y Letras de UNAM. En la licenciatura imparte las cátedras «Fundamentos de Servicios de Información« y «Servicios Bibliotecarios y de Información» con una perspectiva social y política. Asimismo, imparte en el programa de la Maestría en Bibliotecología y Estudios de la Información de esa facultad el seminario «Servicios Bibliotecarios para Comunidades Multiculturales». Es coordinador de la Biblioteca del Instituto de Matemáticas de esa universidad y fundador del Círculo de Estudios sobre Bibliotecología Política y Social (2000-2008) y fue responsable del Correo BiblioPolítico que publicó en varias listas de discusión entre 2000-2010. Creó y administra la página «Ateneo de Bibliotecología Social y Política» en Facebook.