BIBLIOTECAS, SOCIEDAD Y ESTADO


  • Relação entre as bibliotecas, as ações dos profissionais que nelas atuam e o estado.

EL PARADIGMA PÚBLICO DE LA BIBLIOTECA PÚBLICA - XLV

Recapitulemos lo expresado en torno a la Biblioteca Palafoxiana. Se ha hecho un recorrido a través de los siglos en relación con determinadas características que nos permitieron poner en tela de juicio el carácter de «biblioteca pública» que se le atribuyó a lo largo del periodo colonial. También se ha discutido la nominación de “biblioteca pública del Estado” que la política liberal confirió a ese centro bibliotecario clerical a partir de las últimas décadas del siglo XIX. Se contrastó así, en las mismas coordenadas sociales y políticas, a esa magna biblioteca religiosa con la máxima institución bibliotecaria de la nación, esto es, con la Biblioteca Nacional de México. Este paralelismo nos permitió ampliar y profundizar el contexto decimonónico que sirvió como telón de fondo para entender con más detalle la reforma política consistente en la transformación de las bibliotecas confesionales en las incipientes bibliotecas públicas.

 

Distinguimos en este recorrido histórico de la Biblioteca Palafoxiana los ejes referentes a «el público» y «lo público», en cuyos cuadrantes tratamos una particular arista o vertiente del paradigma público de la biblioteca pública en México. En este plano nos acercamos a personajes tan disímiles que figuraron tanto en las esferas de la Iglesia católica como del Estado republicano. Individuos tan opuestos como Juan de Palafox y Mendoza, Francisco Fabián y Fuero y Francisco Pablo Vázquez, por un lado; Melchor Ocampo, Ignacio Manuel Altamirano e Ignacio Ramírez, por el otro. Intelectuales todos ellos, pero unos hombres supeditados a la Iglesia novohispana; otros, hombres de Estado relacionados con la política liberal-republicana. Esto fue así porque durante los tres siglos que duró la vida colonial, las instituciones bibliotecarias novohispanas, entre la que destacaría la Palafoxiana, pertenecieron al clero; posteriormente, una vez lograda la independencia, instaurada la República y puesta en marcha la política reformista, las bibliotecas dejaron de ser patrimonio bibliográfico exclusivo de la jerarquía eclesiástica. De tal modo que el libro, la lectura, en ese entorno bibliotecario, comenzaron lenta pero inexorablemente a fulgurar en la visión y el pensamiento de algunos ideólogos liberales y, en consecuencia, a reverberar en las políticas públicas del Estado con tradición republicana.

 

De tal modo que hemos analizado la metamorfosis social y política de la Biblioteca Palafoxiana. Es decir, observamos algunas de sus características referentes a una biblioteca de tiempos del virreinato, sistema de gobierno que fundó la Corona Española. Biblioteca que, desde su fundación, estuvo esencialmente al servicio de la predominante clerecía novohispana, quien la utilizó como recurso bibliográfico para estudiar y pregonar la fe católica; para formar sus cuadros de sacerdotes, con “certificado de limpieza de sangre” (Palou y Jaramillo, 2015, p. 6); para legitimar el vasallaje de los vencidos; así como para inculcar una ideología religiosa impregnada de intolerancia, imposición, sometimiento, represión y censura. También tratamos su transformación nominal en una “Biblioteca Pública del Estado”. En otras palabras, analizamos la conversión de “una biblioteca colonial a una biblioteca liberal” (Cortés, 2012, p. 211). De una biblioteca al servicio del sistema social colonial a una biblioteca de propiedad de una nueva nación en estado de independencia, pero no para servir a los diversos grupos sociales necesitados de conocimiento. En este sentido, por varios puntos de vista que han sido argumentados, no concordamos con la afirmación de que la Biblioteca Palafoxiana fue “la primera biblioteca pública”, o más aún, “la primera biblioteca pública de América”. Opinión que se ha propalado desde tiempos del yugo colonial y que ha sido “admitida con ligereza” y como “error inconcebible” (Cortés, 2012, p. 281) hasta hoy en día, tal como comentó Diana Jaramillo (Cruz, 2015, p. a11), quien ocupa la dirección de esa institución desde mediados de 2013.

 

A la intelectualidad novohispana que concibió a la Biblioteca Palafoxiana como “biblioteca pública” se le admite esa corta mirada, pues no conoció las peculiaridades de “el público” y “lo público” en materia de instituciones bibliotecarias porque estos perfiles comenzaron a formularse y desarrollarse hasta muy avanzado el siglo XIX. Pero la visión intelectual de algunos autores de los siglos XX y XXI que han continuado afirmando tal error es simplemente inadmisible porque ellos han desestimado el contexto social, político y cultural del yugo colonial en el que, cómo, por qué y para quién funcionó ese centro bibliotecario. Y, sobre todo, porque ellos han ignorado la tradición moderna de la verdadera biblioteca pública al tratar de ajustar, a la “biblioteca pública” de Palafox y Mendoza, en el molde de las genuinas bibliotecas al servicio del pueblo que comenzaron a funcionar hasta mediados del siglo XIX. Bibliotecas que comenzaron configurarse, como política estatal, hasta que triunfó la separación entre la Iglesia y Estado.

 

Tengamos en cuenta que la noción de biblioteca pública está adherida, desde la antigüedad hasta hoy en día, a las políticas de la República como sistema político; y a la democracia como forma de organización ciudadana del Estado. Por lo tanto, este tipo de institución social no está asociada al colonialismo, organización política en donde el país invadido es oprimido en todos los órdenes por el país invasor. Esta asimetría de poder, en este contexto de represión, se expandió y profundizó mediante la excusa de la evangelización de los pueblos indígenas. Este proselitismo religioso tuvo como esencial palanca de apoyo a las instituciones bibliotecarias coloniales. Un importante ejemplo de éstas fue la Biblioteca Palafoxiana. Más aún, la “misión civilizadora” durante el coloniaje justificó sus excesos con base en una ideología racista, cuyo influjo alcanzó a la comunidad de lectores de aquel servicio de biblioteca clerical, instalado en el Seminario Tridentino de Puebla.

 

En esta perspectiva, podemos inferir que la historia de la Biblioteca Palafoxiana no es solamente barroca, sino evidente y sustancialmente social y política. Este centro bibliotecario ciertamente forma parte de la historia del patrimonio cultural, en general, y de la historia referente al patrimonio bibliográfico y bibliotecario de México, en particular. Pero también debe valorarse como parte relevante de la historiografía social y política de este país porque cubre tiempos aciagos y faustos tanto del México virreinal como del México independiente.   

 

Referencias

 

Cortés, Amado Manuel. (2012). Del manuscrito a la imprenta, el nacimiento de la librería moderna en la Nueva España. La Biblioteca Palafoxiana. México: Ediciones y Gráficos Eón; Puebla: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

 

Cruz Bárcenas, Arturo. (2015). La primera biblioteca pública de AL fue la Palafoxiana: Diana Jaramillo. La Jornada. 2 de junio. p. a11. Disponible en: http://www.jornada.unam.mx/2015/06/02/espectaculos/a11n1esp

 

Palou Pérez, Pedro Ángel; Jaramillo Juárez, Diana Isabel (2015). Sobre la demanda del obispado de Puebla para recuperar la Biblioteca Palafoxiana. En 369 universario: Biblioteca Palafoxiana. México: Editorial UDLAP. pp.  59-78


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FELIPE MENESES TELLO

Cursó la Licenciatura en Bibliotecología y la Maestría en Bibliotecología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Doctor en Bibliotecología y Estudios de la Información por la (UNAM). Actualmente es profesor definitivo de asignatura en el Colegio de Bibliotecología de la Facultad de Filosofía y Letras de UNAM. En la licenciatura imparte las cátedras «Fundamentos de Servicios de Información« y «Servicios Bibliotecarios y de Información» con una perspectiva social y política. Asimismo, imparte en el programa de la Maestría en Bibliotecología y Estudios de la Información de esa facultad el seminario «Servicios Bibliotecarios para Comunidades Multiculturales». Es coordinador de la Biblioteca del Instituto de Matemáticas de esa universidad y fundador del Círculo de Estudios sobre Bibliotecología Política y Social (2000-2008) y fue responsable del Correo BiblioPolítico que publicó en varias listas de discusión entre 2000-2010. Creó y administra la página «Ateneo de Bibliotecología Social y Política» en Facebook.