BIBLIOTECAS, SOCIEDAD Y ESTADO


  • Relação entre as bibliotecas, as ações dos profissionais que nelas atuam e o estado.

EL PARADIGMA PÚBLICO DE LA BIBLIOTECA PÚBLICA - XLI

El paralelismo entre la Biblioteca Palafoxiana y la Biblioteca Nacional de México reside en que ambas se erigieron como instituciones públicas en tiempos de la Reforma. Tanto una como otra sus fondos de origen son herencia bibliográfica del coloniaje español. Pero la primera es germen y legado directo de ese yugo; mientras la segunda, si bien sus fondos de origen son también de tiempos de la colonia, es fruto de la victoria que obtuvo el Estado democrático y liberal durante el siglo XIX sobre el ala conservadora e imperial, cuyo ideólogo central fue Lucas Alamán. La Biblioteca Palafoxiana refleja la estructura bibliotecaria del régimen colonial, base documental del monopolio clerical de la educación. La Biblioteca Nacional de México materializa la lucha de la República en tiempos del movimiento de la Reforma. Esta analogía nos permite comprender que las bibliotecas en esos tiempos aciagos no estuvieron al margen de la pugna liberal y la resistencia republicana.

 

En torno a esas dos instituciones el talante de lo público, con perspectiva de política pública, se destaca cuando la primera fue declarada oficialmente Biblioteca Pública del Estado (Peñalosa, 1953, p. 118); y  la segunda cuando mediante los decretos de 1833 y 1846, expedidos por el Gobierno de la República Mexicana, se enfatizó el carácter de Biblioteca Nacional y Pública. Más tarde, los decretos de 1857 y 1867 avalaron el espíritu público de esa máxima institución bibliotecaria de la nación. Así, ambas bibliotecas pueden considerarse prendas del orden público constituido a través de los actos políticos que el Gobierno Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos llevó a cabo, es decir, orden con instituciones públicas conformadas por el designio liberal decimonónico. 

 

Entre los documentos que El Nigromante redactó de su puño y letra figura el «Proyecto para crear la segunda Biblioteca Nacional en el que fuera el convento de San Agustín» (Arellano, 2009, p. 176). Este autor al referirse a la “segunda Biblioteca Nacional” de México explica que “la primera fue vendida y saqueada por extranjeros en el siglo XIX” (2009, p. 13). Este daño contra el patrimonio bibliográfico de la nación lo causó Agustín Fischer al finalizar el imperio de Maximiliano de Habsburgo, periodo (1863-1867) en el que la Biblioteca Nacional se denominó «Biblioteca Imperial». Fischer fue quien “empaco las obras importantes y a lomo de bestia de carga, fue trasladado el acervo a Veracruz y enviado a Europa donde se subastó en Leipzig” (Perales, 1990, pp. 89 y 91).  Esto fue lo que ocurrió con la biblioteca del editor, librero y bibliófilo ilustrado José María Andrade que había adquirido Maximiliano para crear aquella Biblioteca Imperial (Peñalosa, 1953, p. 118-119; Iguíniz, 1940, p. 19; Osorio y Berenson, 1995, p. 332; Jones, 2007, p. 272). Acervo que de haberse conservado hubiese sido, sin duda, parte de la Biblioteca Nacional.

 

En la “segunda” biblioteca que ordenó constituir Ignacio Ramírez con carácter de nacional y pública, asevera Arellano, “se encuentran depositados los más de 476 volúmenes que dejó al pueblo de México” (Arellano, 2009, p. 13), aunque no serían cientos sino miles de libros. Osorio y Berenson (1995, p. 331) refieren que en 1869 el total de libros aportados por las diversas instituciones clericales de la capital de la República para la Biblioteca Nacional era de 116,631 volúmenes. Esta cifra coincide cuando Arellano en otros de sus libros sobre El Nigromante asevera que ese estudioso envío miles de libros a la Biblioteca Nacional sin adjudicarse uno solo (2012, p. 58). Los actos de honradez de nuestro personaje se conjugan con la emancipación de los acervos bibliográficos para conformar esa magna institución bibliotecaria, tantas veces anhelada durante el siglo XIX.

 

Y reafirma Arellano que en 1860 “Ignacio Ramírez lleva a cabo la exclaustración de los conventos de La Merced, de San Agustín, de La Concepción y otros más de la Ciudad de México. Funda la colección de arte religioso en Tepozotlán y crea la segunda biblioteca nacional en San Agustín (2009, p. 168); y en la ciudad de Puebla “Ignacio Ramírez rescató la majestuosa Biblioteca Palafoxiana” para entregarla al gobierno del estado; y hace énfasis al escribir “Ignacio Ramírez estatiza la Biblioteca Palafoxiana” (2009, pp. 117 y 169). Trabajo político-cultural que coincide al afirmar:

 

La obra de Ramírez en el campo de la educación es demasiado abundante […]. Ensayos, planes de estudio, artículos y medidas practicas, como el cierre de la Universidad Pontificia de México y el Colegio de Abogados, la conversión de iglesias en bibliotecas y observatorios, y la formación de la Biblioteca Nacional con los libros de los antiguos conventos, durante su gestión como ministro del ramo en el gabinete de Juárez, demuestran la honda preocupación del Nigromante por estas cuestiones (Torres, 1962, p. 198).

 

Percibió así don Ignacio Ramírez la relevante liga entre libros y bibliotecas en el marco de su radicalismo social; en la importante labor de organizar la política cultural de la nación. Política puesta desde luego para apoyar las causas en que se basa la lucha de la República: el liberalismo y la reforma. Insigne obra en la conformación de la cultura nacional que, cabe subrayar, ha sido prácticamente ignorada o suprimida de la historia de México en general y de la historia de las bibliotecas mexicanas en particular.  

 

Referencias

 

Arellano, Emilio. (2009). Ignacio Ramírez: El Nigromante: Memorias prohibidas. México: Editorial Planeta.

 

Arellano, Emilio. (2012). La nueva República: Ignacio Ramírez El Nigromante. México: Planeta.

 

Iguíniz, Juan B. (1940). La Biblioteca Nacional de México. Revista de Historia de América. No. 8, pp. 57-86

 

Jones, Phillip. (2007). “Indispensable in a civilized society”: Manuel Payno’s “Las bibliotecas de México”. Libraries & the Cultural Record. Vol. 42, no. 3, pp. 268-290

 

Peñalosa, Fernando. (1953). The development of libraries in Mexico. The Library Quarterly: Information, Community, Policy. Vol. 23, no. 2, pp. 115-125

 

Perales Ojeda, Alicia. (1990). La Biblioteca Nacional de México, una institución de la reforma. Omnia: Revista de la Coordinación General de Estudios de Posgrado. Año 6, No. 20, pp. 89-95

 

Osorio Romero, Ignacio; Berenson Gorn, Boris. (1995). Biblioteca Nacional de México. En José G. Moreno de Alba y Elsa Ramírez Leyva,  coords. Historia de las bibliotecas Nacionales de Iberoamérica: pasado y presente. México: Universidad Nacional Autónoma de México. pp. 325-363

 

Torres, Víctor Manuel. (1962). El pensamiento político de Ignacio Ramírez. Historia Mexicana. Vol. 12, no. 2, pp. 190-228


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FELIPE MENESES TELLO

Cursó la Licenciatura en Bibliotecología y la Maestría en Bibliotecología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Doctor en Bibliotecología y Estudios de la Información por la (UNAM). Actualmente es profesor definitivo de asignatura en el Colegio de Bibliotecología de la Facultad de Filosofía y Letras de UNAM. En la licenciatura imparte las cátedras «Fundamentos de Servicios de Información« y «Servicios Bibliotecarios y de Información» con una perspectiva social y política. Asimismo, imparte en el programa de la Maestría en Bibliotecología y Estudios de la Información de esa facultad el seminario «Servicios Bibliotecarios para Comunidades Multiculturales». Es coordinador de la Biblioteca del Instituto de Matemáticas de esa universidad y fundador del Círculo de Estudios sobre Bibliotecología Política y Social (2000-2008) y fue responsable del Correo BiblioPolítico que publicó en varias listas de discusión entre 2000-2010. Creó y administra la página «Ateneo de Bibliotecología Social y Política» en Facebook.