BIBLIOTECAS, SOCIEDAD Y ESTADO


  • Relação entre as bibliotecas, as ações dos profissionais que nelas atuam e o estado.

LA RESPONSABILIDAD REPUBLICANA DEL PERSONAL BIBLIOTECARIO

Esta responsabilidad alude a la concepción republicana de la política, y tiene una estrecha relación con la responsabilidad cívica porque el concepto de «virtud cívica» es crucial en la vida correspondiente a esta forma de gobierno y Estado. La práctica de la bibliotecología como profesión, a pesar que históricamente tiene una gran vinculación con el republicanismo, en la literatura de la especialidad no se han localizado escritos históricos y/o teóricos que se refieran a los nexos: «biblioteca y república» y/o «biblioteconomía y republicanismo», componentes que nos permitiesen delinear una bibliotecología con visión republicana. Un tenue acercamiento a estas dimensiones cognitivas ha sido lo escrito en torno al tema civic librarianship (McCabe, 2001), el cual es posible relacionarlo con el civic republicanism (Peterson, 2009). El vínculo entre biblioteconomía cívica y republicanismo cívico puede ser el pilar teórico para pensar en torno a la responsabilidad republicana del personal bibliotecario. Y así intentar hacer un acercamiento teórico en relación con el concepto clave de «bibliotecario republicano», derivado de la noción de «biblioteconomía republicana» propiamente dicha.

El republicanismo, como una teoría política que propone y defiende la república como el modelo de gobierno óptimo para un Estado, nos puede orientar para entender, percibir y explicar mejor, desde perspectivas teórico-históricas, el origen, el desarrollo, la consolidación y la importancia del servicio público de biblioteca, por un lado, y el servicio de biblioteca pública, por el otro. Las bibliotecas son, en el contexto del sistema político de la república (del latín res publica, «la cosa pública, lo público») una manifestación de la conservación de los derechos de acceso a la cosa pública; una expresión de servicio para la común utilidad; deben ser, por ende, instituciones de interés para la vida política de los ciudadanos, consecuentemente, para el provecho de la democracia y que, por tanto, deben ser procuradas por quienes administran política, social y culturalmente la república. En una república de derechos, como fundamento del republicanismo responsable (Sherry, 1995: 133), el personal bibliotecario es importante para hacer realidad varios derechos, entre ellos: el derecho de uso del espacio público de la biblioteca, el derecho de estantería abierta a los acervos, el derecho a la lectura y el derecho a la información. En torno a esta gama de derechos, aquilatados como principios y valores sustanciales, gira en parte la responsabilidad de quien podría asumirse con pleno sentido cívico como bibliotecario republicano.

Si el término republicanismo hace referencia a una corriente de pensamiento político, entonces la responsabilidad republicana del personal bibliotecario puede cobrar un gran potencial político en la esfera pública de quienes hacen funcionar los diferentes tipos de bibliotecas. El carácter republicano, en relación con el servicio de biblioteca, alude al fenómeno de la educación ciudadana. Si la escuela pública ha sido y es la principal institución para inculcar las virtudes republicanas (Jennings, 2000: 579), entonces el servicio público de biblioteca escolar es uno de los recursos esenciales para apoyar esta naturaleza de educación. La vinculación entre escuelas y bibliotecas, principalmente las diseminadas en el marco institucional de lo público, puede aludir a la relación «biblioteconomía y republicanismo» porque, en efecto, la educación cívica infiere la impartición de educación ciudadana (Peterson, 2011). Dimensión en la que tiene especial influjo la «función de educación» que tanto se le ha atribuido a las instituciones bibliotecarias en la contextura de la sociedad democrática. Es, pues, la educación la que apoya, a través del trabajo del personal docente y bibliotecario, el espíritu público de la democracia republicana, pues la educación pública es “la bóveda de un gobierno republicano” (Béjar, 2000: 75). Así, si la educación es necesaria para ejercer la praxis responsable de la ciudadanía republicana, el Estado democrático-republicano necesita crear y desarrollar tanto escuelas como bibliotecas con el objetivo de “preparar a los niños para que se conviertan en ciudadanos responsables y deliberativos en una diversa república de derechos. Para ello, los niños necesitan aprender tres cosas: el carácter moral, el pensamiento crítico y la alfabetización cultural (es decir, un conocimiento y apego a su propia cultura)” (Sherry, 1995: 157). Por lo tanto, la educación republicana responsable atañe no solamente al magisterio nacional, sino también al gremio bibliotecario al servicio de la república.

En esta perspectiva, la república no solamente requiere de políticos profesionales que asuman la responsabilidad de trabajar como representantes populares, sino que también necesita de bibliotecarios profesionales que se comprometan en la construcción de una ciudadanía apta para llevar una vita activa. Conducta cívica para no dejar caer o abandonar el valor del bien común que comprende el servicio público en general, y el servicio público de biblioteca en particular. La política del bien común, como un componente del republicanismo clásico, se apuntala en un republicanismo cargado de una civilidad responsable, en la que el personal bibliotecario no debe ni puede mantenerse al margen. Vivir en sociedades orientadas y estructuradas por la política y vertebradas a partir del quehacer de la política, implica reconocer el influjo que tiene el servicio de biblioteca, desde sus diferentes perspectivas, en el orden republicano para ayudar así a cultivar y forjar la deliberación, basada en el análisis, la reflexión y la razón.

La historia de las bibliotecas nos ilustra para entender que estas instituciones son fruto y legado del nacimiento, desarrollo y consolidación de la república como sistema político, mismo que se fundamenta en la soberanía de la ley. Recordemos que uno de los contextos antiguos de las primeras bibliotecas públicas fue precisamente el de la república romana (Dix, 1991; Houston, 2002; Houston, 2008), ámbito en el que surgió la tradición republicana, “asociada en particular al nombre de Cicerón” (Pettit, 1999: 38), pues Marco Tulio Cicerón, hombre de libros y bibliotecas, es el autor de su tratado De la república. El otro entorno sería el de la primera democracia documentada de la historia: la democracia ateniense en la antigua Grecia. Se sabe que “Pisístrato funda la primera biblioteca pública en Atenas en el siglo VI a.C.”; y así, paulatinamente “casi todas las ciudades helenísticas, grandes o pequeñas, tuvieron su biblioteca pública (El-Abbadi, 1994: 85). Desde esta óptica histórica, se puede afirmar que uno de los legados institucionales de la república democrática es, desde tiempos antiguos, la biblioteca de perfil público.

En esta tesitura, aquellas bibliotecas públicas grecorromanas fueron moldeadas por los acontecimientos ocurridos referentes a una serie de propuestas republicanas y democráticas. Espacios dedicados, en esas coordenadas de tiempo y espacio, al servicio público para el provecho y el disfrute de la lectura, vinculados con el bien de la comunidad política a la que Aristóteles llamó «ciudad». En aquel contexto clásico, las bibliotecas en la vida pública existieron por causa, por interés y por deferencia tanto de la republica como de la democracia; hoy en día también, por el bien de la república democrática o de la democracia republicana, es la forma de convivencia política que ha venido caracterizando al mundo moderno de la política. Consecuentemente, las bibliotecas al servicio de la comunidad deben continuar siendo consideradas de summa utilitate rei publicae [suma utilidad para la república] y vistas, por ende, para summa ratio et sapientia boni civis [la suma razón y sapiencia del buen ciudadano]. Política republicana relevante y vigente.

Mucho tiempo después, será también en el seno de las repúblicas modernas que se le dedicará una especial atención pública al libro, a la lectura y las bibliotecas. Así, va a ser en los cuadrantes sociales, políticos, ideológicos y culturales de la república que se produzca la institucionalización tanto del servicio de biblioteca pública como del servicio público de biblioteca. Dicho esto, será la concepción republicana una de las bases constructoras de un elevado número de bibliotecas y de importantes sistemas de bibliotecas. La otra base fue el origen, el progreso y el arraigo de la democracia, tanto en el mundo antiguo como moderno. El personal bibliotecario debe tener plena conciencia de estos antecedentes históricos para reconocer, fundamentar y asumir una recia y clara responsabilidad republicana, la cual debe estar basada en la virtud porque, como afirma Béjar: “La república es la forma de gobierno movida por la virtud”, misma “que designa los valores del hombre” (2000: 84).

La política bibliotecaria con espíritu republicano apoya o debe apoyar, a través de sus acervos, servicios y recursos, la participación ciudadana informada, esto es, la participación responsable y permanente con el objetivo de fortalecer la vida democrático-republicana, la cual se caracteriza por contar con una ciudadanía activa y responsable (Velasco, 1998: 126). Esta tradición, en el entramado de complejas relaciones sociales y políticas, requiere de servicios bibliotecarios y de información, pues la participación política, como derecho y obligación de la ciudadanía, necesita de espacios de lectura pública, de colecciones generales y especializadas, de recursos impresos y electrónicos. Así, el funcionamiento de las bibliotecas de todo tipo es una condición esencial para el pleno ejercicio, en el escenario de la democracia republicana, del uso público de la razón crítica, contenida en los acervos bibliográficos. Si la vida republicana no se concibe sin el ejercicio de ciertas virtudes cívicas, como rasgos valiosos de carácter (Weithman, 2004: 286), proyectadas en la esfera de la participación política ciudadana, entonces la república como forma de gobierno tampoco se puede comprender sin el servicio público que ofrecen las instituciones bibliotecarias y organismos afines que gravitan en torno al trabajo del personal bibliotecario, tales como imprentas, editoriales y librerías.

Consecuentemente, en el plano de la virtud cívica, misma que implica la participación de la ciudadanía en asuntos públicos que atañen a la comunidad, se puede pensar que la responsabilidad del personal bibliotecario, en la esfera de la tradición republicana, se basa en el proceso que infiere participación política responsable con miras a contribuir en la toma de decisiones que afectan tanto el funcionamiento de las instituciones en las que labora como en la vida de la comunidad a la que pertenece y sirve mediante su trabajo profesional. El poder político de la república no solamente desempeña sus funciones de gobierno y Estado con el apoyo institucional de balance y control, sino también a través del poder social que activa la sociedad civil sobre sus representantes. De modo que el personal bibliotecario puede y debe participar tanto en la estructura bibliotecaria del poder político (bibliotecas al servicio de los poderes públicos de la república) como del poder social (bibliotecas al servicio de las comunidades, organizaciones sociales, grupos, etnias, gremios, etcétera).

Si la república, como sistema político, se fundamenta en la soberanía de la ley, la documentación inherente a la legislación debe estar disponible en los acervos de las bibliotecas jurídicas y judiciales, parlamentarias o legislativas para que de esta manera los encargados del imperio de la ley se apoyen en aquellos sistemas de servicios bibliotecarios gubernamentales y académicos. Desde esta arista, las bibliotecas, como instituciones modelo de espacio público-documental, colaboran en el triángulo republicano, el cual se constituye por las mores (costumbres y normas), las instituciones y las leyes (Béjar, 2000: 157). Dado que las bibliotecas al servicio de la democracia republicana proyectan naturaleza pública y colectiva, éstas materializan y motivan también parte de las instituciones sociales de la república, tales como: la familia, la escuela y el barrio. Dicho esto, las repúblicas educadas en torno a las virtudes cívicas, e informadas sobre los asuntos públicos, no pueden prescindir de los atributos republicanos que infieren tanto la institucionalización (fundación y desarrollo) como la institucionalidad (administración y gestión) del servicio de biblioteca en general.

En el proyecto de la virtud republicana, entendida como una responsabilidad mayor en los niveles personales e institucionales, individuales y colectivos, las bibliotecas se deben aquilatar como las instituciones imprescindibles que se crean, mantienen y consolidan al servicio del marco de la acción, de la participación ciudadana, característica fundamental de republicanismo clásico y moderno. En este sentido, la práctica de la responsabilidad republicana, como valor básico del personal bibliotecario, es lo que puede ayudar a la participación de todos en la construcción de una sociedad civil dinámica.

Dicho lo anterior, el modo de vida republicano exige de una opinión pública culta e informada, asidua a la lectura de los periódicos. El personal bibliotecario puede ser un gran protagonista en el marco de este elemento esencial de la república. Desde este ángulo, en las bibliotecas públicas y especializadas en ciencias sociales y humanidades, incluidas las bibliotecas nacionales, deben destacarse en el desarrollo y la organización de los acervos hemerográficos, impresos y electrónicos, para apoyar la lectura pública concerniente a la prensa local, nacional e internacional. La virtud republicana inherente a todo lo que exige participación pública, la ciudadanía no la puede cultivar sin información periodística. La relevancia y pertinencia de este recurso, en el marco de toda república vigorosa, puede ayudar a evitar o combatir la apatía política, simiente del despotismo democrático. Por esto, en la esfera de la responsabilidad republicana del personal bibliotecario es importante trabajar para garantizar plenamente la libertad de acceso a las hemerotecas y así forjar, como estilo de vida, la lectura de la prensa entre los diferentes grupos de la sociedad. De modo que en el trance de opinar sobre los asuntos públicos de la república, las bibliotecas son los espacios donde se congrega, forma y construye el elemento lúcido, juicioso y responsable de la república, esto es, la ciudadanía deliberativa, de la cual debe formar parte el personal bibliotecario.

 

Referencias

Béjar, Helena. (2000). El corazón de la república. Barcelona: Editorial Paidós.

Dix, T. K. (1994). "Public libraries" in ancient Rome: ideology and reality. Libraries & Culture, 29(3), 282-296

El-Abbadi, M. (1994). La antigua Biblioteca de Alejandría: vida y destino. [Madrid]: Asociación de Amigos de la Biblioteca de Alejandría.

Honohan, I. (2002). Civic republicanism. London: Routledge.

Houston, G. W. (2008). Tiberius and the libraries: public book collections and library buildings in the early Roman empire. Libraries & the Cultural Record, 43(3), 247-269

---------------. (2002). The slave and freedman personnel of public libraries in ancient Rome. Transactions of the American Philological Association. 132 (1/2), 139-176

Jennings, J. (2000). Citizenship, republicanism and multiculturalism in contemporary France. British Journal of Political Science, 30(4), 575-597

McCabe, R. (2001). Civic librarianship: renewing the social mission of the public library. Lanham, Maryland: The Scarecrow Press.

Peterson, A. (2011). Civic republicanism and civic education: the education of citizens. New York: Palgrave Macmillan.

---------------. (2009). Civic republicanism and contestatory deliberation: framing pupil discourse within citizenship education. British Journal of Educational Studies. 57(1), 55-69.

Pettit, P. (1999). Republicanismo: una teoría sobre la libertad y el gobierno. Barcelona: Paidós.

Sherry, S. (1995). Responsible republicanism: educating for citizenship. The University of Chicago Law Review. 62(1),131-208

Velasco Gómez, A. (1998). Liberalismo y republicanismo: dos tradiciones en la democratización en México. Revista Internacional de Filosofía Política. (12), 116-138

Wiethman, P. (2004). Political republicanism and perfectionist republicanism. The Review of Politics, 66(2), 285-312


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FELIPE MENESES TELLO

Cursó la Licenciatura en Bibliotecología y la Maestría en Bibliotecología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Doctor en Bibliotecología y Estudios de la Información por la (UNAM). Actualmente es profesor definitivo de asignatura en el Colegio de Bibliotecología de la Facultad de Filosofía y Letras de UNAM. En la licenciatura imparte las cátedras «Fundamentos de Servicios de Información« y «Servicios Bibliotecarios y de Información» con una perspectiva social y política. Asimismo, imparte en el programa de la Maestría en Bibliotecología y Estudios de la Información de esa facultad el seminario «Servicios Bibliotecarios para Comunidades Multiculturales». Es coordinador de la Biblioteca del Instituto de Matemáticas de esa universidad y fundador del Círculo de Estudios sobre Bibliotecología Política y Social (2000-2008) y fue responsable del Correo BiblioPolítico que publicó en varias listas de discusión entre 2000-2010. Creó y administra la página «Ateneo de Bibliotecología Social y Política» en Facebook.